Renau, combate estético del pasado, placer estético del presente.

Hace pocos días asistí a la inauguración de la exposición conmemorativa de la figura y la obra del genial cartelista valenciano Josep Renau. No soy muy dado a inauguraciones, todo el mundo sabe que es el momento menos idóneo para visitar una exposición, que necesita de la soledad, el aislamiento entre el yo y la obra. Aunque he de reconocer que, por otra parte, me atrae el intercambio y la interacción social que se producen durante una inauguración, donde encuentras personas y personajes interesados en tu mismo campo profesional y vocacional, con quienes encontrar puntos en común y divergencias para discutir, además de ser un buen lugar para conchabar a alguien en la aventura de algún proyecto artístico en común, y de observar toda una galería de personajes curiosos. #críticaArte

La exposición se inauguraba en el siempre sugestivo ambiente de la sede de la Universitat de València, en la calle la Nave, y estaba garantizada la multitudinaria presencia de público, la “creme de la creme” más que del mundo del arte, del mundo de la política y la cultura del progresismo de izquierdas, del pasado y del presente. Y es que Renau, no es solo un artista, como sabemos, se trata de todo un gran activista político, militante convencido del partido comunista, comprometido con su sociedad y con su tiempo y proclamador de una estética del combate social, una estética de la acción y la fuerza.

Energía y espíritu de lucha condensados en los enérgicos y vigorosos trazos de su lápiz y de su pincel, mostrándose solo un poco más comedido en sus fotomontajes, estos requieren de una mayor pausa, una planificación intelectual más compleja, dictaduras de la técnica que no permite el desarrollo enérgico, aunque obviamente igual de planificado en su caso, de los movimientos del artista, la marca del gesto del brazo, del impulso de su cuerpo, muy presente en los pequeños óleos más personales y desconocidos que se podían apreciar en la exposición y en la mayor parte de su obra cartelística. Es necesario ahora hacer referencia antes de continuar, a una segunda visita siempre necesaria, y en esta ocasión conminada por la profesora Dolores Furió, en la que una observación paciente nos descubre los pequeños originales de su obra maestra, el American way of life, que tan fijado esta ya en nuestra retina y en nuestra cultura visual gracias a las constantes y numerosas reproducciones que hemos visto a lo largo de nuestro proceso vital y educativo.

En estos fotomontajes originales se puede apreciar esa técnica a la que hacíamos referencia, que obliga a un planteamiento, una construcción que necesariamente ha de ser planificada, estudiada, y que con una maestría sin igual, Renau convierte un proceso que resulta casi escolar, recortar y pegar, más allá de las herramientas digitales en las que los conceptos de original o copia se diluyen, en una verdadera obra de arte. Y cuando se habla de arte, se ha de hablar necesariamente de estética, y la estética de Renau es cuando menos una estética del combate, una estética concebida con claros criterios de lucha social, de crítica feroz, quizá un tanto exageradamente unidireccional, de compromiso, como reza el lema de la exposición, con una problemática muy determinada de su tiempo. Hoy, esa problemática dista mucho de estar resuelta, pero quizá las vías de lucha y solución pasan por otros caminos, por otro tipo de combates, el mensaje, por tanto, deja ya de tener una validez en si mismo para convertirse en un referente histórico y permitiendo que el espectador avezado pueda fragmentar esos dos discursos, el estético y el político, que en origen estaban indisolublemente unidos, y pueda dirigir su mirada hacia uno de ellos.

Es en este punto cuando la obra de Renau llega a nuestros días, convertida en puro placer estético, en plástica, forma, color, línea, construcción que nos transporta a una experiencia estética en la que es difícil permanecer impasible. Su estética del combate tuvo su tiempo, disfrutemos ahora de su estética del placer, sin obviar su mensaje, sin renunciar a las nuevas luchas de nuestro tiempo. Pero ahora es a otros a los que les toca asumir el papel en la lucha, dejemos que Renau descanse dándole el relevo a las nuevas generaciones de artistas combativos, y disfrutemos de su legado, que es sin duda inigualable y magistral.


© Ricard Ramon RSS

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